El Plan Eléctrico del Estado Plurinacional 2025, proyectaba que el grueso de las inversiones para el periodo 2016-2025 estaba destinado a la generación de energía hidroeléctrica proyectando un cambio de la matriz energética, donde la energía generada a través de hidroeléctricas se convertiría en la principal fuente de abastecimiento en el año 2025, partiendo de una participación del 25% en el mercado y proyectando llegar al 78%, llegando a una potencia instalada total de cerca de 15,000 MW, de los cuales 10,000 MW estarían destinados a la exportación y el resto al consumo interno.
La primera observación; de forma, es que el Plan se llama Eléctrico, no Energético o de Energía. Parece una observación menor, pero es una observación conceptual de como se ha percibido siempre al sector. La segunda observación, es de horizonte. Mientras los países vecinos tienen Planes Energéticos o de Energía hasta el año 2050, el nuestro era solo hasta el 2025, lo cual habla de la diferencia conceptual de visualización entre un Plan que refleja una política de Estado y otro que refleja una política de Gobierno.
Como parche a la primera observación, se elaboró el Plan para el Desarrollo de las Energías Alternativas del Estado Plurinacional de Bolivia – 2025, incorporando proyectitos (perdón el diminutivo, pero es el reflejo del tamaño de las inversiones proyectadas) para saciar el ch’aki (resaca) moral de no tener una política de energías alternativas (solar, eólica, geotérmica y biomasa) más ambiciosa.
La segunda observación, es que para tener una política de Estado se requiere discutir con todos los actores del sector energético la priorización de los planes, programas y proyectos, tanto de inversión pública como privada o a través de asociaciones entre ambos.
De ahí, que las energías alternativas o energías renovables no convencionales, pasan de un 3% de participación en el mercado el 2016 a un 4% proyectado en el año 2025 en dicho Plan.
La generación de energía a través de centrales hidroeléctricas; si bien es energía renovable, se está discutiendo en el mundo respecto a si es del todo verde. A pesar de ser una forma eficiente y rentable de producir energía, los impactos socioambientales que generan los proyectos hidroeléctricos ponen en duda que sus beneficios compensen los impactos negativos que generan en el territorio.
Por eso, no podemos afirmar que todos nuestros proyectos hidroeléctricos entren en la categoría de energía verde. De hecho, la mayoría de ellos, Rositas, Cachuela Esperanza, El Bala, han generado movilizaciones de los grupos ambientalistas denunciando los efectos adversos que podrían generar la construcción de estas hidroeléctricas.
Para lograr este cambio de matriz energética, se tenía estimado una inversión de aproximadamente 12 mil millones de dólares entre los años 2021-2025, pero ni siquiera se ha logrado cumplir con los más de 3 mil millones de dólares comprometidos para el periodo 2016-2020. Es difícil que el Estado esté en condiciones de financiar dichas inversiones, teniendo que recurrir a organismos multilaterales, cooperación internacional, y/o a través de Alianzas Publico Privadas.
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