Quienes criticamos la forma de gobernar de Gonzalo Sanchez de Lozada, criticábamos la política prebendal, corrupta, fraudulenta, oportunista e impune que caracterizo al viejo sistema de partidos políticos y creíamos que esa manera de hacer política se había acabado en octubre de 2003. Lo cierto es que formalmente, después del me quedo y me voy, con las elecciones y sus resultados de diciembre de 2005, la mayoría de la gente pensó que se inauguraba un nuevo periodo en la política boliviana.
Pero más rápido de lo que imaginamos, las mismas prácticas se reprodujeron en un gobierno que cautivo a un gran segmento de la población boliviana, pero terminaron siendo los más impostores. Por lo menos, los primeros no se jactaban de ser un gobierno del cambio y no usaban como bandera a los segmentos más vulnerables de nuestra población y las reivindicaciones legitimas de soberanía.
Fue muy difícil durante mucho tiempo, que la gente nos escuchara a los opositores sobre nuestras dudas, nuestros reclamos, nuestras denuncias, nuestras críticas que hacíamos al gobierno del Movimiento al Socialismo. Durante las marchas de protesta contra el gasolinazo; que revelo la profunda crisis fiscal; a pesar de que el Vicepresidente nos prometió darnos cátedra en economía, y nuestra absoluta dependencia de los hidrocarburos, se comenzó a escuchar un estribillo que hace honor al presente artículo.
La gente se sintió traicionada por el gobierno del cambio, porque en el fondo se dieron cuenta que nada había cambiado. La represión, los gases y los chorros de agua de la policía en los tiempos neoliberales de Goni eran igual a la de los tiempos de cambio de Evo. Y cuando fue la Central Obrera Boliviana la que tuvo que tomar las calles para reclamar por un salario justo, las acusaciones de contrarevolucionarios vinieron y se usó el mismo discurso desde palacio de gobierno. Y ahora que son los pueblos indígenas los que marchas por las mismas reivindicaciones que hace veintiún años; territorio y dignidad, se utiliza la misma soberbia, discriminación y descalificación a estos movimientos sociales que antes.
Pero faltaba el cherry sobre la torta. Ahora la remozada empresa estatal hidrocarburifera Yacimientos Petroliferos Fiscales Bolivianos a través del presidente de la subsidiaria YPFB Transporte, Cristhian Inchauste, propone poner en consulta pública (nuevo referéndum) al pueblo la propuesta de exportar gas a Chile.
Y yo me pregunto, a días de conocerse el fallo contra los autores intelectuales y materiales de la matanza de la Guerra del Gas, ¿para qué hubo muertos en octubre del 2003? ¿para qué “nacionalizamos” los hidrocarburos? ¿cuándo comenzara la industrialización de nuestros recursos naturales? y la verdad es que no tengo respuestas.
Lo único cierto es que no hemos aprovechado las mejores circunstancias históricas económicas producto de la demanda china por materias primas, que han hecho que los precios internacionales tanto de los hidrocarburos, como de minerales lleguen a niveles extraordinarios, para dejar de ser un país monoproductor y extractivista, dependiente de sus recursos naturales y de la formas primitivas como las aprovechamos. En vez de ser el principal proveedor de nuestros vecinos de una variedad de productos bolivianos con valor agregado, el único producto industrializado que les vendemos es cocaína.
Lamentablemente se jugó con la inocencia de la gente, con la esperanza de un cambio y con el hambre del pueblo. Esto termino siendo como lo anticipamos, la misma porquería.
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