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Foto del escritorGamal Serhan Jaldin

La privatización de la política

Actualizado: 3 dic 2021


Cuando el Estado deslinda su responsabilidad de financiar a las organizaciones políticas, estas están condenadas a buscar fuentes de financiamiento privadas.


Los grupos de poder económico tienen intereses específicos y sectoriales, que condicionan su apoyo a partir de privilegios que distorsionan los objetivos de las organizaciones políticas y de sus candidatos, generando “facturas” que tarde o temprano se cobran.


Siempre hay sectores privados que contribuyen al financiamiento de las campañas políticas por diferentes motivos; afinidad política, simpatía con el candidato(s), algún interés específico, etc. Mientras este es una de las fuentes de financiamiento, no es un problema.


Es un problema, cuando esta se convierte en la única fuente de financiamiento, porque vuelve a lo(s) candidato(s) en rehenes, subordinando el interés público al interés privado y en particular de quien financio la campaña, privatizando la política.


La diferencia se acentúa más entre el oficialismo y la oposición, debido a que el oficialismo cuenta con el manejo de los recursos públicos para realizar propaganda política disfrazada de publicidad gubernamental, o peor aún, ofrecer “favores de gestión” a los detentores del poder económico a cambio de apoyo a su organización política y candidatos.


De esa manera fomenta el círculo vicioso de grupos de poder económico que se convierten en socios del poder político para reproducir el poder (económico para unos y político para otros). Y en caso de que estos no quieran “pactar” con el poder político siempre podrán ser desplazados por otros (que pueden ser parte del poder político) que estén dispuestos a jugar este rol.


Los únicos que tienen alguna posibilidad de disputar un espacio de poder público, son los que por diferentes circunstancias poseen poder económico, cuyos ingresos no dependan del gobierno de turno o de sus decisiones políticas.


Hoy, la posibilidad de llegar a grandes cantidades de personas les ha dado un poder a los medios de comunicación de intermediar los actores, el tiempo y el contenido del debate político, convirtiéndola en una disputa de ratings. Un segundo en televisión o radio es más importante que horas y horas de caminatas y contacto directo con la gente.


Los medios de comunicación privados buscan generar utilidades para sus inversionistas, por lo que venden espacios publicitarios a las organizaciones políticas o a los candidatos, negociando –en algunos casos- como parte del paquete entrevistas que permita su promoción.


Los medios de comunicación públicos o gubernamentales, buscan reproducir el poder de los que están en la gestión, por lo que vetan a las organizaciones políticas de oposición o difunden lo que les conviene.


Mientras el Estado no restituya el financiamiento público; es decir nosotros los ciudadanos a través de nuestros impuestos, a las organizaciones políticas, seremos prisioneros de la privatización de la política.

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